Vas dormido en
el autobús. A unos cientos de metros, por el carril contrario, se aproxima un
tráiler con doble remolque, lleva sobrepeso de sorgo. Cualquier físico podría
hacer un cálculo mortal: un impacto frontal contra tu autobús (que también
lleva sobrecupo), equivale a destrucción de masa.
Nuestra
capacidad de prevenir accidentes es inversamente proporcional al postulado
filosófico mexicano: “cuando te toca, aunque te quites, y si no te toca, aunque
te pongas”.
Y les tocó. Apenas
imagino el tamaño de la tragedia sucedida hace 3 días en una carretera del
Estado de Veracruz, dejó 43 muertos, muchos heridos y preguntas.
Supongamos que
existe un aparato para regresar el tiempo, llamémosle “evidenciómetro”, capaz
de ver con detalle dónde estuvo la causa, la consecuencia, la causa anterior, y
así, el punto inicial de la cadena que en algún punto de fragilidad rompió el
perno o el enganche de la segunda caja de remolque que arrastraba el tráiler.
De existir el
evidenciómetro, llegaríamos a un taller mecánico, de esos que crecen como
hierba al margen del camino, donde un chalán embarrado en grasa, dijo “ya está
listo, le revisamos todo y está bien”. La falla
potencial estaba ahí, pero el mecánico no la vio. La pregunta es ¿cuántas vidas
podrían salvarse si alguien viera falla en potencia?
El sistema
cultural de un país predispone su capacidad de prevención. Nuestro México lindo
y querido es bastante cegatón en este aspecto. “Todavía le aguanta la llanta,
patrón”, equivale, en otro país con más prevención, a “Tiene que cambiar esa
llanta, ya”.
Nos reímos de las
señales gringas que en una alberca dicen “Ocupación máxima 47 personas”.
Cualquiera que haya pasado por un balneario en Oaxtepec o viajado en Metro en
el DF, sabe que hay un factor mexicano (“factor muégano”) que exponencia el
cupo. Donde caben 47 caben casi 250.
Los estándares
de prevención están fuertemente ligados a creer que los accidentes pueden
pasar.
Nosotros preferimos llenar los caminos de cruces en señal de que “así lo
quiso el creador”. Los domingos, por las carreteras mexicanas, las pickups
cargan familias, vecinos y arrimados. Todos caben en un día de campo (potencialmente
mortal), y las autoridades ni se inmutan. Cada vez que veas una pickup así,
acuérdate de mí.
El
evidenciómetro nos mostraría también al operador del autobús de pasajeros
diciendo “a ver, hagan campo que viene más gente”. Un administrador o un dueño
del autobús antes dijo: “ni madres, no hagan dos viajes, en uno caben”. Y
antes, alguien recibió dinero a cambio de expedir una licencia de chofer, sin
pasar por los requisitos de ley.
Al llenar el
tráiler de sorgo, el encargado dijo “¡échale, échale!”, pasando por alto una
línea roja que marca el nivel máximo, total “nah, eso lo ponen allá pa’l
gabacho, aquí no pasa nada”.
Ser precavidos
en México implica subir nuestras medidas de precaución a un punto donde pensemos
que exageramos. Si no sentimos esto, seguramente no se trata de una medida
razonable. El mecánico que revisó el tráiler tuvo que haber pensado: “es
exagerado cambiar esta pieza, se ve buena, pero la voy a cambiar”, el encargado
del autobús de pasajeros: “mandar la gente en dos autobuses es exagerado, lo
voy a hacer”, y así sucesivamente.
El
evidenciómetro nos llevaría al origen. El sistema político que dio estabilidad
al México postrevolucionario, también sembró la semilla del accidente. Ancló la
corrupción como lubricante social y una educación técnica ausente o mediocre.
Esto permitió ciudadanos manipulables, ciegos, incapaces de pensar y prever,
buenos para subirse a los camiones que los acarrean, a cambio de una torta.
Prever equivaldría a tener ojos para ver la desgracia que viene. Se perderían
muchos votos.
Toda esta estructura
de evidencias, sucede a nivel político, particularmente el legislativo, donde
urge dignificar el Congreso, deshacernos de los chalanes-diputados, en su mayoría
ineptos, que no sólo no ven las fallas sino que se autopremian por fallar, como
también hacen los partidos.
Se enlutaron
muchas familias porque varias personas no exageraron. Corregir una falla en el
sistema cultural siempre está en el lugar menos pensado. ¿Exagero?, por
supuesto.
Publicado en Grupo Reforma, periódico Mural, el 22 de Abril de 2012.