En la XXV
Reunión de Embajadores y Cónsules, el presidente Peña Nieto instó al cuerpo diplomático
mexicano a difundir lo que pasa en México: “Su misión es que el mundo conozca
las fortalezas de nuestro país, así como los cambios que está llevando a cabo
para liberar todo su potencial”.
Apoyo la
instrucción presidencial de salir y dar la buena nueva al mundo, a modo de
evangelistas, pero no sé hasta qué punto este esfuerzo será útil. Imaginemos
que el director de una corporación reúne a sus vendedores y les cuenta todo lo
que la empresa ha hecho, los productos que está sacando al mercado o lanzará
próximamente, y les pide “salgan y cuéntenle al mercado todo esto”. Para que
esta estrategia tenga éxito, se requiere primero tener una visión compartida y
una unificación de los beneficios que se ofrecerán. Pero además, y esto es
fundamental, una articulación en la forma de vender los beneficios para
asegurarse que el mercado encontrará un valor en la oferta.
De nada sirve
salir a vender beneficios que el mercado no considera como tales. Existen las
“yo-marca” donde te cuento lo grandioso que soy, y las “tú-marca” donde te cuento lo que tengo para ti. La respuesta a la pregunta “¿Y todo eso que ofreces, en qué me beneficia?” es crítica para cerrar la pinza. ¿Tendrá el cuerpo diplomático un guión unificado de lo que saldrá a vender de México? ¿Tendrá esta argumentación beneficios que el mercado internacional valorará? Lo pregunto porque salir y decir "que lo que México ha alcanzado no es menor, se trata de un gran avance...” no necesariamente entusiasmará al mundo. ¿Cuál es la promesa central de la marca México?
“yo-marca” donde te cuento lo grandioso que soy, y las “tú-marca” donde te cuento lo que tengo para ti. La respuesta a la pregunta “¿Y todo eso que ofreces, en qué me beneficia?” es crítica para cerrar la pinza. ¿Tendrá el cuerpo diplomático un guión unificado de lo que saldrá a vender de México? ¿Tendrá esta argumentación beneficios que el mercado internacional valorará? Lo pregunto porque salir y decir "que lo que México ha alcanzado no es menor, se trata de un gran avance...” no necesariamente entusiasmará al mundo. ¿Cuál es la promesa central de la marca México?
En mi opinión,
México debería lanzar una serie de significados orientados a atraer la
inversión, fomentar el comercio y el turismo. En función de estos 3 intereses
aquí están los ingredientes (no todos los tenemos) de la “genética Mexicana”
que sí deberían interesarle al mundo.
1 Extraordinaria
ubicación geográfica. Somos un punto (HUB) estratégico para la cuenca
Asia-Pacífico y América del Norte, tenemos un gran clima y recursos naturales,
somos residencia temporal de miles de norteamericanos que huyen del clima
gélido y la nieve. 2 Una política promotora de inversiones y creación de
empleos. 3 Certidumbre jurídica, estado de derecho fuerte. 4 Actitud de Poder
Hacer. No sólo es nuestra amabilidad hospitalaria sino una real vocación de
gente que trabaja bien (como prueba ahí están las muchas trasnacionales que
aprecian la mano de obra mexicana no sólo por tener precio atractivo sino por
tener capacidad de aprender y trabajar fuerte y bien).
5 Herencia y
riqueza cultural. Debe armarse un discurso ligando pasado-presente-futuro, en
donde México destaque su riqueza cultural e invite no a descubrir el pasado
maya o azteca, sino que invite al extranjero a descubrir SUS propias raíces en
lo maya, azteca, etcétera. Es decirle al mundo “ven a desenterrar tu propio
pasado” en vez de “nuestro” pasado. En esta misma línea, por “Herencia” debe
entenderse todo el bagaje cultural de México y los significados que nuestras
fiestas y rituales, arquitectura, tienen para los extranjeros y el impacto en
sus vidas.
6 Inventiva del
mexicano para solucionar. El ingenio mexicano ha sorprendido a propios y
extraños. En momentos de crisis mundial esta característica debe ser difundida
como una cualidad que puede ayudar a muchas empresas y empresarios a salir
adelante. El mundo valora la llamada “creative class” ese grupo de individuos
que sin menoscabo de su nivel educativo muestra una enorme capacidad para
reconvertir situaciones y aportar soluciones donde otras culturas enfrentan una
parálisis y un impedimento para actuar.
Una promesa
central de la marca México podría ser: “México el país que celebra tu vida y
hace que los negocios sucedan”. Si las reformas apuntalan, a modo de “razones
para creer”, la historia que el país cuenta al mundo y se unifica el guión de
los diplomáticos y los esfuerzos del Gobierno Federal, el mundo encontrará motivos
para venir.
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