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domingo, 20 de abril de 2014

Realismo México

Gabriel García Márquez pudo haber escogido muchos países para vivir, decidió que México fuera su segunda patria. Se le considera uno de los máximos exponentes de lo que literariamente se ha catalogado como “realismo mágico”, la narrativa que altera la lógica (si es que hay una) de la realidad. ¿Hasta qué punto México alimentó la imaginación del colombiano? ¿pudo haber escrito sus geniales obras en otro punto del planeta?

Quizá es ocioso preguntarse esto, lo cierto es que García Márquez llegó a México 25 años después de que Pedro Linares López inventara los alebrijes. Los seres fantásticos han existido desde siempre en los relatos del hombre, pero no en todos los países se han vuelto artesanía distintiva. La tierra que fue cuna de Cien años de soledad, también lo fue de cabezas de dragones con cuerpo de salamandra, patas palmadas, colmillos de tigre, dimorfismo sexual y ojos de campamocha, en el mismo cuerpo. Todo es posible en un alebrije.

Deberíamos hablar del Realismo México, ese lugar que semeja (o inspira) realidades alteradas, donde lo impensable sucede y la no-explicación es muchas veces la explicación. El Realismo México cumple cabalmente con las características del realismo mágico.

Elementos mágico/fantásticos percibidos como parte de la normalidad. Ahí están los entes que viven del erario, seres llamados “políticos” que como virus que muta o que escapa a los medicamentos, ejemplifican la máxima de que no hay lealtad a la causa sino al beneficio. Así, es común ver a militantes que cambian de bandera. El organismo que habitaban ya no les es útil, requieren un nuevo medio de subsistencia, tierra fértil para seguir prometiendo. Estos alebrijes ideológicos, lejos de avergonzarse por su cuerpo informe hecho de varias especies, se sienten orgullosos de su estirpe.

Sucesos mágicos carentes de explicación. ¿Cómo es que salió libre aquel conductor que en estado de ebriedad mató a una persona? ¿por qué hay intocables en el país? ¿por qué los partidos políticos no postulan a los hombres más preparados sino a los que sirven mejor a los intereses del grupo? ¿dónde guardan tantos autos los empleados de un valet parking? ¿quién realmente mató a Colosio? ¿la reforma fiscal es tan buena o tan mala como dicen? ¿por qué no crece la economía? ¿cuál es la fecha de un “nos hablamos”? ¿estamos más hacia el lado de la tecnología o de la superstición? ¿cómo es que ciertas gasolineras que incumplen las normas pueden abrir y operar? ¿cuánto es un “tantito”? 

Presencia de lo sensorial como parte de la percepción de la realidad. Cualquier extranjero que camina por uno de nuestros tianguis queda marcado por la experiencia. Visualmente es imposible abarcar todo, la policromía es lo más cercano que hemos estado de la democracia, en un tianguis no hay color que domine. Los olores y sabores se multiplican conforme uno se adentra en los laberintos, se pasa de las hierbas precolombinas a la perfumería pirata, de la fritanga a la fruta, del chamoy al tepache. Los roces de hombro, y a veces de otras partes, son comunes. Se escucha la cumbia, el piropo, el chirrido de las llantas del diablito, los silbidos del chalán, el pregonar del vendedor de remedios, la notas del organillero.

Los hechos son reales pero tienen una connotación fantástica, ya que algunos no tienen explicación, o son muy improbables que ocurran. Se atrapa a un delincuente y la vox populi duda de su identidad. Se promete justicia ante el delito y el pueblo se resigna. Los partidos pactan por el interés de México, pero tras bambalinas pactan por el interés de ellos. Se jura ante la constitución y nunca se demanda el incumplimiento. Hay causas, pero no consecuencias.

Ruptura de planos temporales, regresiones, adelantos. Quizá García Márquez no escogió a México para vivir, quizá fue escogido por esta tierra de realidades paralelas, de seres con máscara, el género que respiramos todos, Realismo México, el país donde la realidad supera a la ficción. El país que inspiró las letras de un genio.

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